30 marzo, 2006



Capítulo 9
Libros de autoayuda. Supongo que el boom de estos títulos responde al desorden de la época, a la mentada crisis que solo adquiere significado cuando uno está inmerso en ella, como su servidor, El Apestado.
No faltan quienes me remitan a esos títulos, a esas nuevas terapias que curan desde un dolor de muela hasta las más ocultas turbulencias del espíritu, como sugiere David Lodge en Terapia. Remito a esta novela de humor inglés a todos aquellos que intentan convertirme, salvar mi vida pagana, venderme el libraco que contiene el secreto de la felicidad, por tan solo por $9.99 más regalo sorpresa.
Y debo confesarlo, ya ni siquiera me motiva la lectura. Bueno, para hacer honor a la verdad, siempre tengo un libro a mi alcance, como un acto condicionado. En este momento estoy leyendo una novela policíaca pequeña de Margaret Millar llamada Lo pagarás con maldad. No haré el comentario del libro porque este no es un blog literario. Lo que pretendo decir es que si antes los libros, y la literatura en particular, ocupaban gran parte de mi vida, ahora son aleatorios, si el término cabe. La verdad es que rebusco en la biblioteca obras que no haya leído, o que no permanezcan en mi cabeza a pesar de haberlo hecho, y me encuentro con títulos que no me dicen nada y me doy vuelta y sigo mi camino sin remordimientos, como pasaba antes si no leía, al menos, un libro a la semana.
¿Será que estoy perdiendo el entusiasmo? Porque eso era para mi la literatura: Frenesí, furor, ganas de seguir viviendo. Ahora, con tan pocas motivaciones, me he entregado a la confesión de mis infamias a través de este medio como un nuevo recurso para no perecer.
Y ya que de confesiones se trata, debo advertir que esta es la primera vez que llevo un registro de lo que sucede, de lo que pasa por la atormentada cabeza de un Apestado.

Quehaceres domésticos
Socitsémod serecaheuq (El tema sigue igual, aunque pretenda verlo al revés)

Menú del día
Fritada (es mejor cocinarla en cerveza, pero en agua puede quedar igualmente apetecible como demostró la voracidad con la que comieron Macarena y Samuel.) Casi 800 gramos de carne grasa, que al final queda magra, acompañados de mote (maíz cocido), chulpi (maíz tostado), papas cocinadas pasadas sobre los restos de la grasa de la carne y trozos de aguacate. También una buena salsa de ají, de las matas del jardín.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A este blog no viene nadie.. eso apesta!!

Anónimo dijo...

Es un blog nuevo. Es normal.

Y los libros de autoayuda si ayudan a ganar plata, pero al autor del libro (si es que no has comprado ya el pirata).