27 octubre, 2006


Capítulo 50

Marcando el inicio del día en las calles sucias de La Mariscal, intento entender lo que sucede, pero el trayecto es corto, y el sueño grande. Las horas más absurdas acogen la perpetua interrogante sobre qué mismo es la vida, esta apestada vida.

No puedo alejar la nube que me sigue y solo falta que me parta un rayo. … Mentira, solo intento sacar lágrimas de mis apasionadas lectoras (estoy siendo irónico), para que me sigan la leyendo.

La verdad es que me va bien. Hace poco se me ocurrió ofrecer mis servicios de guía personal luego de que una pareja de franceses me pidiera que los acompañe a un paseo por el Centro histórico de Quito, durante mi tarde y noche libres en el hostal donde trabajo. Aunque habitante del barrio La Mariscal durante toda mi vida quiteña, el Centro fue lugar de referencia de toda esa misma vida. No podía faltar la anécdota del padre que carga a su hijo por el Centro de la ciudad, contándole lo maravilloso que fue el tiempo pasado, testigo de ello, las piedras, hoy pulidas y relucientes, de este patrimonio de la humanidad.

Y bueno, ya que me considero un conocedor respetable de los monumentos del Centro histórico, y de las huecas donde se cuecen los mejores manjares, me aventuré al paseo con los franceses. Mi visión sobre el Centro, luego de una disgregación profunda de porqué se lo llama así, encantó a los franceses que venían cargados de guías que explicaban la historia pura. Yo me encargué de asociar a su historia algo de anécdotas y el resultado fue un paseo muy ameno para mis acompañantes y halagüeño para mi porque recibí muchos elogios por mi conocimiento sobre la historia viva de la ciudad. La verdad es que me inventé algunas cosas, pero nada serio, solo quería darle más color a una historia que de por sí ya es colorida.

Como ya lo esperaba, alabaron mi francés, pagaron todos mis consumos y como si fuera poco me recompensaron con cincuenta dolaritos que me cayeron de maravilla.

Quiero decir con esto, antes de que algún aguzado lo haga, que mi vida no apesta tanto, como quise darles a entender al principio, con el solo afán de que me lean hasta el final.

26 octubre, 2006



Sin comentarios.

18 octubre, 2006




Capítulo nosecuantos

Ya mesmo molvido describir. Sí, fuera de bromas, esta tarea, en un momento casi diaria, de escribir, mantiene vivo el espíritu. Lo que quiero decir con esa premisa petulante es que, al momento, el espíritu está agujereado, si el término cabe, ante la sucesión de eventos, uno de los cuales hoy comentaré.

No contento con dar vueltas sobre mi infortunio, ahora hago míos los dolores colectivos. Y como algo tengo de sociólologo debo hablar ahora del colectivo.

Los que leen esto en la virtualidad de este espacio, pero lejos de este, mi terruño populista, quizá no entiendan nada, pero intentaré ser claro. Por primera vez en este espacio hablaré de política. Y es que lo que acaba de ocurrir hace pocos días en este país me obliga a tal tarea. Y es que, también, algo de lo que le pasa a mi apestada persona se debe a toda esta mierda que hemos dado en llamar la puta política. Pero yo solo transcribiré las palabras que le dije a un holandés que pasó hace poco por el hostal donde trabajo. Fue él el que me pidió que le diera mi oponión y esta fue la que se la di:

Primero, a todas luces, seremos gobernados por un engendro. Engendro tiene que entenderse, no así leerse, al plural, porque hay dos candidatos finalistas, cada uno de ellos un engendro en sí. El primero es un empresario multimillonario que invoca a Dios para decir que lo ilumine en su camino por sacar de la pobreza a este mísero país. Invoca a Dios y miente. Ni su padre, muerto pero revolcándose en su tumba, cree tal felonía: un millonario trabajando para los pobres. El hombre ha sido señalado internacionalmente como un empleador, y malo, de menores de edad, en sus esclavizantes plantaciones de banano. Además, aunque ni el holandés ni yo somos testigos, aparece como moroso en el pago anual de impuestos. Eso sí, dio regalos generosamente a los más necesitados y ofrece construir una casa cada seis minutos, de acuerdo a las cifras demagógicas que da al tratar temas tan sensibles como la falta de vivienda. No hay nada más que decir sobre él si no es que se parece El Pingüino, de la serie Batman. (Digo yo, para ser presidente hay que tener pinta, porte o alguna gracia, pero este hombre da verdadera vergüenza. Es probable que tras estudiar en un internado en Suiza no haya aprendido a usar aún el tenedor. No quiero ni imaginarlo en la foto de presidentes en la próxima cumbre de la OEA.)

El otro es un jovenzuelo que cayó en el escenario político tras una cortísima experiencia, -unos cien días-, como Ministro de economía. Y se nota que no tiene experiencia alguna cuando declara a los cuatro vientos ser amigo de Chávez, del cuco del Chávez y que además se da el lujo de insultar a los gringos, que si bien son unos pobres desgraciados, son nuestro principal socio comercial…. Como si fuera poco se jacta de poder gobernar sin respaldo político en el Congreso. Y lo hace porque dice que desconoce a los diputados porque todos son una sola mierda. Por eso quiere que una Constituyente funde una nueva República. Esto último suena bien pero es impracticable en un país tan polarizado. Entonces no le queda más que cumplir sus propósitos con el palo y la piedra. Y eso lo tiene muy claro pues se lo ve liderando muchedumbres enfebrecidas dispuestas a arrastrar por las calles a quien no coincida con ellos. Si llega al poder habrá enfrentamientos entre los ciudadanos, como si no tuviéramos ya lo suficiente con lo que nos toca pasar cada día.

Eso le dije al holandés. Y él me preguntó que por qué habíamos elegido a esos dos finalistas, ante lo cual preferí quedarme callado.

04 octubre, 2006

Capítulo 49

Las fotos del post anterior han sido el motivo de los comentarios más disímiles, y el caso es que si bien el culo de la Macarena da de que hablar, pido moderación por que vaya a comenzar a picarle (ya saben, la historia esa de que pica el oído cuando alguien habla mal de uno, a la distancia). Y si parezco sardónico, bueno pues lo soy, y es que se me ocurrió que tal absurdo pudiera ocurrir.