12 abril, 2006

Capítulo 14

El lunes Macarena salió temprano en la mañana hacia su nuevo trabajo. Yo preparé el desayuno mientras ella tomaba su ducha y se acicalaba. Ya lo he dicho antes, Quito es un páramo asfaltado, y a las seis de la mañana de un día cualquiera del mes de abril, sinceramente apesta.

Como era lógico, Macarena se hizo líos con la ropa que había escogido y terminó cambiándose tres veces por lo que se hizo finalmente tarde. Y, aunque intentó ocultarlo, su nerviosismo la volvió irritable. A pesar de eso, salió echo una diva de la casa, con lo que me contagió su irritabilidad. Solo de imaginar al taxista viéndola por el retrovisor me puse furioso y fue el pobre Samuel el que pagó los platos rotos.

Cuando se despertó, llamó a su madre para que lo atienda, pero se encontró con mi cara sin rasurar lo que, entiendo, pudo causarle espanto. Pero se puso terco con que quería a su madre. Le expliqué con tranquilidad por qué no estaba, le di una lección sobre los padres que trabajan lejos de casa, traté de distraerlo con otros temas pero no logré sosegarlo. Finalmente me exasperé y lo dejé solo hasta que se calmara pero no sin antes lanzar la frasecita maldita de: eres un llorón. Sé que no debí hacerlo, sé que estoy aportando para que en el futuro me reclame por los traumas que le causo, pero hay momentos en los que uno mismo no controla sus impulsos y comete ese tipo de idioteces. Y, claro, me sentí mal toda la mañana, incluso luego de haberle pedido disculpas y haberle contado que en adelante será mi cara lo primero que vea al despertarse (Creo que deberé rasurarme antes de eso para evitar así más traumas)

Quehaceres domésticos

Si bien antes Macarena llegaba a almorzar por lo menos unas tres veces a la semana, ahora ya no la veré sino al final de la tarde. Entonces, debo preparar la comida para mi y Samuel cuando este no va a casa de sus abuelos que, al menos dos veces a la semana, lo recogen al salir de la guardería. Así, cuando eso ocurre, como cualquier cosa, generalmente sobras.

En cuanto al arreglo de la casa, hago lo básico: tender camas, arreglar el baño, lavar los trastos del desayuno y, una vez a la semana, barrer y limpiar polvos. El arreglo es algo aleatorio que depende de mi estado de ánimo y del juego que Samuel inventa el día anterior. Por estos días está empecinado en hacer pistas para carros con todo lo que encuentra a su paso Hoy aplasté el vagón de un tren y lo escondí para que no lo descubra.

2 comentarios:

GUAGUAU dijo...

AMIGO LEYENDOTE SACANDO TIEMPO PARA HACERLO

Darko dijo...

oiga me gusta bastante su blog saludos desde la aburrida londres....