13 marzo, 2009

Capítulo 113 (El Apestado)

El INAMHI, que predice el clima en mi país, dijo que no llovería, y llovió. Eso sucede siempre, pero esta vez fue peor que nunca, pues mientras los capitalinos gozábamos en pleno invierno de un verano idílico, el INAMHI tuvo que echar agua sobre nuestro gozo, con sus palabrotas.

Y el INAMHI, es, literalmente, el termómetro de lo que pasa en mi casi imaginario país.

Así, si las Fuerzas Armadas declaran que apoyan a la democracia, es que algún coronelucho, está pensando en sublevarse. (¿Alguien se imagina una declaración de este tipo en los países verdaderamente democráticos?)

Y este es el tiempo de cosecha de las contradicciones, del tipo de las que siempre comente el INAMHI: se avecinan elecciones presidenciales y de todas las dignidades de elección popular. Yo ya ni me acuerdo cuántas veces he ido a votar en los últimos dos años. Primero fue la de presidente, luego un referéndum para saber si queríamos modificar la constitución, luego elección de asambleístas para que lo hagan, luego aprobación de la tal cosa, y ahora esta nueva parodia, donde las promesas están a la orden del día, donde una vez más se dice una cosa y sucede lo contrario.

No diré que el más pintoresco de todos los candidatos es el hombre más rico del país. Tampoco que su fortuna es casi tan grande como su chabacanería. Ni que este personaje, casi afásico, me produce gracia, y que lo otros solamente indiferencia, cuando no unas iras incontrolables.

Claro, tampoco caeré en la tentación de decir que el que más rabia me produce es justamente ese militar que se sublevó, se tomó el poder por unas horas, se candidatizó con discurso populista , ganó, hizo la fiesta y luego lo echamos a la calle, (se fue en helicóptero). Y ahora ha vuelto, amenazante, ha confundir a todos. Digo confundir porque no cabe en mi apestosa cabeza que haya un solo ciudadano que pueda creer la palabra de tal individuo.

En fin, estas son solo las pestilentes apreciaciones de este su apestoso servidor. Pero no haré referencia al candidato presidente, o al presidente candidato, porque si le digo que es intolerante, caerá con todo el peso de su poder sobre este indefenso ciudadano; si critico su histrionismo, gesticulará hasta alcanzarme con un golpe (bajo la figura de uno de sus agentes), o insultarme con el terrible calificativo de apestoso. Y si no digo nada sobre su política económica es porque del tema sé tanto como él de perfumes.

Lo que sí voy a decir es que de los otros candidatos no quiero decir nada, porque ninguno lo merece. Talvez diga que el candidato a alcalde de mi ciudad, que quiere continuar con lo que hizo el anterior, tienen un tono rosadito que me espanta, que su casa, rosadita, da vergüenza y afea la ciudad, que la vereda donde tropecé el otro día, por su mal estado, y gracias a lo cual rompí mi único bluejean y remellé mi rodilla contra la gravilla, no me dejarán votar por él, como tampoco la inseguridad en la que vivo y por la cual su predecesor no hizo nada.

Para no caer en las contradicciones del INAMHI prefiero no decir nada.

3 comentarios:

Kojudo Mayor dijo...

Es mejor callar. Callar y bostezar con la boca cerrada. Callar y otorgar. Callar y dejar. Callar y no ser.

Haces bien callando, pues nada halagüeño se ve en el panorama. Tener que optar entre un cólico miserere y una muerte lenta por inversión rectocraneana, es una decisión compleja.

Solo mendrugos, saldos, despojos y retazos de liderzuelos es lo que tenemos. Calla nomás, que las paredes tienen orejas.

Danna Hanna Avendaño dijo...

en boca cerrada no entran moscas... asi de simple.
yo también prefiero mantenerme indiferente a este tema porque sinceramente no merece la pena.. igual, las cosas no van a cambiar porque el cambio de la gente es mental.. así de simple...

Petite dijo...

el cambio, el cambio, pero no aclaramos que no es cualquier cambio... menos mal en el Bosque de la China no me entero de los 39873489 nuevos candidatos