10 marzo, 2008

Capítulo 93 (El Apestado)

LA verdad es que nada pasa, las obras de mi departamento, aquel que queda tras la casa vieja de mi abuela, están casi detenidas por falta de dinero, un dinero que no es nuestro, que nos prestan, que demora porque mi urgencia no es urgente -para mi cuñada prestamista.

Así, frente a la imperiosa necesidad de que las cosas se muevan con un ritmo levemente más acelerado de lo que normalmente lo hacen, pasa lo que siempre ocurre cuando uno tienen apuro, los segundos se mueven como minutos, los cuartos de hora, como una hora entera.

Y claro, ni Macarena, ni Samuel, ni yo mismo antes de escribir esta nueva confesión, sabemos qué nos pasa y nuestra irritabilidad sale a flote con el volar de una mosca.

El clima, además, no favorece a que los ánimos se eleven. Yo no sé si es que los científicos asocian el estado de ánimo al clima, pero lo cierto es que con estos fríos siberianos sobre nuestras cabezas, se han congelado las ideas, la voluntad, somos unos seres sin gracia, como una nube gris cargada de agua. Es así que nuestras poquísimas reflexiones diarias giran entorno a este mismo apestoso tema: el frío.

Y es que el ala de la casa que destinaremos al hospedaje de turistas y extranjeros, es sumamente fría. Ya, existe una chimenea, pero esta dota de calor a una pequeña parte de la casa, además, el presupuesto de leña que necesitaríamos para tenerla encendida, al menos en las noches, es altísimo: una camioneta pequeña de leña cuesta 80 dólares en el barrio.

Este frío es una cuestión estructural para nosotros, y sus sistemas de significación comprenden clavos viejos, tumbados hechos de bahareque, rendijas que dejan ver un amplio y gélido paisaje.

Y, claro, como no tengo para cambiar el tumbado, ni rehacer las ventanas, sigo, entre las cobijas, imaginando que el calentamiento global es una expresión macabra.

8 comentarios:

Unknown dijo...

valentia compadre. al final no hay nada que perder.

cralvbenalc dijo...

no tienes para cambiar el tumbado... sonrie!!! podria ser que no tuvieras ni tumbado!!!

Nadia dijo...

Que a mí me pasa algo parecido, el frío no deja que la sangre fluya al cerebro, me deja sin pensamientos positivos y menos algo alegre, espero que este mes acabe con este clima de mierda

fernando naranjo dijo...

Oye apestado, no sé si tengas amigos arquitectos pero resulta que suelo ejercer y hasta vivir de éso. Si tienes alguna inquietud mas bien técnica, pregunta con confianza, es en lo que te puedo ayudar, con todo gusto

Anónimo dijo...

Te leo hace algún tiempo... nunca he comentado.
Ahora el comentario es poco profundo... es más bien práctico.
El frío, los tumbados altos y las rendijas se arreglan facilito... o al menos más barato que 80 dólares de leña. Vaya, dese un paseo por Ferrisariato, ahí encuentras calefactores muy útiles desde los 60 dólares... que no son mucho si los consideras como inversión para tu casa de huéspedes.
Suerte con eso! y pues si... el calentamiento global con este clima y el ánimo que nos consume a todos es un sarcasmo de lo más interesante.

Gringuita Quiteña dijo...

al parecer el cielito azul de mi ciudad de Quito esta tan solo en mi cabeza, y asi me la imagino cada dia....aunque mi casa en el norte ha contraido problemas de humedad ..... en fin, veo que un par de personas te han dado o abierto consejos practicos. Ojala y la plata necesaria llegue pronto! es cierto que el tiempo se vuelve eterno cuando uno espera por algo.....

Anónimo dijo...

El frio de Quito solo lo leo en los periodicos, porque no vivo alla, pero lo que dice Anonimo es cierto alguna vez visite Cusco y el clima estaba parecido al que comentan y en el sencillo hostal que me hospede tenia un pequeño y economico calefactor. Animese Apestado, busquele mas soluciones a los casos que aparecen por ahi.

Caminante dijo...

No te desanimeas Apestado! Las cosas pasan cuando tienen que pasar. Claro que, como tu dices, cuando uno quiere que pase el tiempo mas lento se vuelve. Pero ánimo. Vas a ver como pronto sale el sol y las cosas van mejorando.