02 mayo, 2007

Capítulo 64

Fernando Naranjo, el escritor, me puso un reto que no pensaba cumplir, lo confieso. Hace un tiempo me sugirió que hiciera la apología del beso negro, motivado, imagino yo, por la pestilencia del acto. La cosa quedó, en apariencia, en el olvido, pero mi pestilente cabeza dio vueltas en torno al tema hasta el punto en que me puse a ver en Internet qué había al respecto. Les ahorro las atrocidades, las imágenes llenas de morbo y el resto de hediondas descripciones.

Luego, hablé con Macarena del tema, como quien no quiere la cosa. Ella, a pesar de su apertura hacia las nuevas experiencias declaró su asco, sin más, pero me quedó viendo con esos ojos mortales que me destrozan o me alegran, según el motivo que los iluminan. Creo que ella creyó que era yo quien quería practicarle un beso negro cuando la verdad es lo contrario: me encantaría que me lo hagan (oigo ofertas).

Más tarde, absorto como siempre frente a sus glúteos perfectos, ante la línea que los dibuja y los arcos que los elevan desde la parte posterior de sus muslos, amasé con gusto sus redondeles y acerqué mi boca en un gesto que, sabía, no progresaría, aunque luego me atreví a masajear su ano con mi dedo índice hasta lograr que se excitara…

Un día, cuando tuve descanso de mi trabajo en el hostal, comenté con Macarena sobre las tetas de la presentadora de televisión del horario estelar de noticias, al final del mismo. Ambos coincidimos en que seguramente no eran naturales pero acordamos, también, en que sería fantástico que se le cayera el vestido y las viéramos en todo su esplendor. La anécdota, fuera de ser morbosa, era irrisoria ante lo inverosímil.

Suelo, por una manía calorífica diría yo, dormir desnudo. Esa noche, otra de descanso, Macarena estaba con la regla. Yo, cachondo como casi siempre. El sueño, entonces, hizo de las suyas y de ahí que me atreva a contar mi experiencia del beso negro.

Como toda experiencia onírica, ésta es confusa. Intentaré, sin embargo, llenar vacíos con algo de imaginación, de forma que no se den cuenta de qué parte es realidad y qué invento.

El inicio de esta historia se perdió entre las paredes de mi cerebro así que paso directo a la contundente, o lo oscuro.

Estaba yo en la sala de una casa, no la mía exactamente, aunque con los muebles maltrechos de la abuela. De pronto, dos mujeres entraron en la estancia. Una de ellas era la presentadora a la que me refiero más arriba. La otra, no menos tetona, creo, era quien la reemplaza cuando la primera está de gira.

De inmediato las tetas, que tanto quiero ver, se pusieron frente a mis ojos y llenaron con su siliconada voluptuosidad, mi boca. La otra, la rubia procedió a rebuscar bajo el vestido de la morena. Al poco rato la rubia hacía un beso negro a la morena mientras esta me bajaba los pantalones y rebuscaba con su lengua mi orificio más… (no sé como llamarlo). Yo no solo sentía su lengua en mi trasero, también veía sus ojos bailar al ritmo de mis gemidos, tal y como bailan cuando usa términos pícaros o dice cosas con doble sentido, frente a todos los televidentes.

Y ya, Naranjo, ahí tienes lo que querías, aunque estoy seguro de que yo la gocé más que tú leyendo estas desvergonzadas líneas….

8 comentarios:

fernando naranjo dijo...

Soberbio, compadre. En tí tenemos escritor para rato (con todas sus "apestadofilias")

Carlos dijo...

Sin duda uno de tus mejores posts.
Así que no solo es mi fantasía ese par de tits...

En corto!!

Anónimo dijo...

Quisieras, quisieras :) .......

cralvbenalc dijo...

lo malo de no ver tele... avisen porfa en que canal sale la presentadora en cuestión???

interesante tema... tocará empaparse mas

Óscar Ávila dijo...

Mi estimado apestado, eso de los besos negros es una delicia para las sensaciones, te recomiendo intentarlo más allá del sueño, claro, con un buen baño previo. Saludos.

Diablorama dijo...

mmm, ah de estar muy buena la presentadora jaja

saludos

raspuel dijo...

¿¿porque este es el unico post sin foto??

Anónimo dijo...

Hola...
Me ha gustado tu post sobre el beso negro mezclado con ese ingrediente de ficción. Quizás y te decidirías a contarnos esta historia por radio?
Si es así comunícate con nosotros.
sexoral@radiolaluna.com