27 octubre, 2009

Capítulo 128 (El Apestado)

La familia de mi suegra hace, desde hace unos 15 años, una fiesta casi anual, para reunir a todos sus miembros. Nunca antes habían invitado a Macarena a una de esas fiestas, al menos no desde que se casó conmigo.

Hace unos días recibió una llamada, de una de los hermanos aún vivos de su madre, diciéndole que esta vez la fiesta sería en su casa, y que esperaba que fuera junto con su familia.

Coincide que justo aquel día, sábado, para cuando está prevista la fiesta, tenemos ya otro compromiso con padres y amiguitos de nuestro hijo, en un paseo de confraternidad organizado por el colegio donde estudia el Samuel. Así que Macarena se excusó, sospecho, con secreto alivio de tener motivo para hacerlo.

Tras esa llamada, oí que hablaba por teléfono con su madre quien le confesó que la fiesta estaba planeada desde hace más de un mes, aunque a ella la llamaron con apenas unos días de anticipación, con lo cual, permítanme la pestilencia, o la suspicacia, se buscaba que se excusara.

La familia de su madre, una buena parte de ella al menos, tiene mucho dinero, o aparenta tenerlo, y en consecuencia actúa bajo cánones o premisas que están lejos de comulgar con las nuestras : hemos entendido desde hace mucho tiempo que es más importante dar que recibir.

Pero claro, sus carros, sus casas y sobre todo sus discursos están llenos de estampitas del Divino Niño. Y no dudan en abrir la ventana de su vehículo y tirar unas monedas al mendigo de turno.

06 octubre, 2009

Capítulo 127 (El Apestado)



Hubo un robo en mi trabajo, y estoy bajo investigación. Mi jefe, que ha intentado darme un espaldarazo, sostiene que son procedimientos judiciales que debe y debemos cumplir todos los que ahí trabajamos, pero me siento herido pues lo último que se me ocurría es morder la mano de quien me da de comer.

El culpable, a todas luces, es un pobre tipo. Un pobre tipo con aires de grandeza, lo que no hace más que demostrar su pequeñez. El tipo se hizo de la clave de la caja fuerte, que solamente la tiene el jefe, de forma subrepticia, agazapándose tras de él cuando este abría el mamotreto para entregar las pertenencias de algún cliente.

Hemos llegado a tal conclusión porque el tipo desapareció, demostrando con ello su culpa, y dejando a mi jefe con una deuda superior a los mil dólares, que después de todo no es mucho, aunque sí incalculable.

Después de todo el era custodio de los valores ahí depositados y si los huéspedes a quien se les sustrajo el dinero hubieran querido denunciarlo, él hubiera aparecido como el único responsable. Por eso tuvo que devolver los valores, con enorme esfuerzo, lo reconozco. Además corre el riesgo de que los huéspedes corran la bola en Internet y con ello los futuros posibles clientes huyan en desbandada.

El pestilente ladrón usa coleta, es medio cojo y vende la imagen de un gran intelectual incomprendido. Trabajaba por las noches, lo hizo por más de siete meses, hasta que dio el golpe. Decía, y ahora ya nadie le cree, que era profesor de algunos colegio en Quito, que daba clases en la Universidad, que estaba escribiendo no sé que novela sobre Leonardo Da Vinci en Ecuador (vaya tontería). Así que si por ahí lo ven, si los mira sin hacerlo de frente, si les da una mano escurridiza, tengan cuidado.

01 octubre, 2009

Capítulo 126 (El Apestado)

Me quedo. Un anónimo comentario del post anterior me motiva, más que los otros ha hacerlo.

“Sin animo de ofender, pero cuando empece en el mundo blogger hace unos dos años, pase por este blogger y tenía el mismo contenido!; que lamentable que en 2 años tu manera de ver la vida siga siendo la misma, con el mismo sentido de sentir y trasmitir que la vida apesta.

Busca a Jesus y el cambiará tu vida.”


Me encanta, siempre me ha encantado recibir este tipo de mensajes, son mi fuente de inspiración, motivo de mis más apasionadas divagaciones aunque no entienda, del todo, que alguien se atreva a sugerirme que busque a Jesús, el de la Cruz, cuando he mostrado hasta el cansancio mi incredulidad, he hecho manifiesto mi ateísmo.

Y sí, como dice el anónimo comentario, “sigo con el mismo sentido de sentir”. Mi formación científica, me impide creer en fantasmas, adorar imágenes, esperar que algún símbolo sobre la cabecera de mi cama me libere de la tragedia, o me otorgue la gracia de la vida eterna.

Tampoco creo que mi actual situación, que se extiende según el lector desde los inicios de esta aventura bloggera, fuera a cambiar si voy a misa, doy limosna o cuelgo un escapulario sobre mi pecho. Y aunque respeto al que quiere hacerlo, (en la misma medida que respecto a quien se tatúa, o a quien le gusta que le azoten), un tema que no soporto, es que me quieran meter en la religión, como mi evangelista hermano, pues esta es una cuestión de fuero interno.

Si alguien sabe sobre esta intolerancia al discurcito religioso son los propios evangelistas que domingo a domingo vienen a tocar mi puerta y que reciben el furibundo carajazo de alguien a quien no le gusta que le jodan la vida, o se metan en sus creencias, sobre todo en domingo.

Ya me he imaginado varias veces, yo, con un manifiesto a cuestas, golpeando la puerta de casa de los vecinos, en el intento de convencerlos de que Dios no existe…

Si mi situación parece ser la misma que hace dos años, o más, no se debe a que Dios me haya castigado, o que yo esté lejos de Ël. Yo soy el único dueño y responsable de mi vida. Y reconocerlo, no apesta.